martes, 7 de abril de 2009

El ruido en el trabajo


No todo tipo de sonido puede catalogarse como ruido. Llamamos ruido solamente a los sonidos no deseados o desagradables.
Un sonido puede ser débil como un susurro que apenas puede oirse, o fuerte como el estruendo que produce un avión a reacción y que causa dolor en los oídos. El volumen e intensidad del sonido varía considerablemente y se mide en decibelios.
La exposición durante largo tiempo a ruidos continuos de determinada intensidad causa, frecuentemente, lesiones auditivas progresivas que no se manifiestan hasta pasado cierto tiempo.
También los ruidos de impulso o ruidos de muy corta duración pero de muy alta intensidad (golpes, detonaciones, explosiones…), pueden causar, en un momento, lesiones auditivas graves, como la rotura del tímpano.
La pérdida de audición no es el único efecto del ruido sobre el organismo. Puede afectar también al sistema circulatorio, provocar trastornos del sueño, irritabilidad, fatiga psíquica y disminución de la capacidad de concentración, que a menudo es, a su vez, causa de accidentes.
Para poder mantener una conversación a una distancia normal (un metro), el nivel de ruido no debe ser superior de 60 a 70 decibelios. Si no se consigue entender lo que dice la otra persona, hablando normalmente a un metro de distancia, se puede sospechar que el ruido es excesivo.
El oído es un órgano muy sensible que debemos proteger. Hay que pensar que no se pueden cerrar los oídos igual que se cierran los ojos.
Fuente de Datos: Mutua Universal